
Raúl Gómez Jattin: entre el duelo y la melancolía por la memoria de los padres
Un recorrido por la poesía del escritor colombiano nacido en Cartagena de Indias.
Por Adalberto Bolaño Sandoval
Muchas veces, la cultura literaria en Barranquilla no suele ser agradecida. Ello hace parte de ese mundo caníbal, propio de las ciudades capitales, pero también de la cultura de estos espacios donde se le da la espalda a todo. Y ello no viene solo, pues desde la propia institucionalidad, es decir desde las propias autoridades que “impulsan” la “cultura”, ese silencio se ahonda aún más: existen estímulos, pero, o se deja a los concursantes a su albedrío, o se demoran dichos pagos, o se debe reclamar para que publiquen dichas propuestas.
Por otro lado, ahora mismo existen algunos grupos de apoyo, que son, en realidad de amigos, pero también, hay otros que se presentan como realmente son: grupúsculos exclusivistas que no brindan apoyo a nadie. Debe reconocerse, entonces, que solo con los amigos se pueden crear grupos apoyo. No neguemos, sin embargo, que algunas universidades están dispuestas a prestar sus espacios para el desarrollo de eventos culturales.
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Y en cuanto a publicaciones, ¿existen medios que apoyen la cultura? ¿Qué tanto se puede editar? ¿Los medios periodísticos apoyan los textos que son lanzados en nuestro medio? Pero no todo es negativo: algunas universidades (pocas) llegan a editar libros que supuestamente no les corresponde. Inclusive: contribuyen en su lanzamiento. Ahora: ¿existen reconocimientos o no? Hay que ver que la amistad allí sí vale.
Uno de esos textos que aportan a la literatura y al rescate cultural, fue el que publicó Joaquín Mattos Omar hace años, en 2019, Acerca de Œdipus. Poesía inédita de Raúl Gómez Jattin, que representa una reivindicación muy relevante sobre la poesía del poeta cereteano, pues constituye una edición novedosa de su lírica, así como datos que contribuyen a su arqueología poética y biográfica. Uno de sus aportes, es que se aclara que, al mismo tiempo que la escritura de Retratos; Amanecer en el Valle del Sinú; Del amor —publicados por Simón y Lola Guberek, en una valiosa colección de lanzamiento y rescate de todo tipo de textos literarios, alrededor de 1987-1998—, Gómez Jattin había escrito y guardado estos poemas, publicándose solo hace cinco años. Ello representaría que esta recuperación editorial evitó la famosa negatividad de lo “guardado” o “perdido”.

Los textos poéticos de Gómez Jattin fueron resultado de un “abandono” de cosas que dejó en Bogotá, luego de viajar a Cartagena, quedando como depositario Mattos Omar, alrededor de 1988. Fueron 17 textos escritos a máquina y 31 escritos a mano, con el título Acerca de Œdipus. Lo que nos interesa es que el título hace alusión al mito de Edipo, pero escrito según la grafía griega y situada en la época actual, caracterizada como memoria fragmentada de Œdipus y por siete cartas por este a sus padres y dos a su amante, Eusebio; otra epístola se encuentra dirigida a Yocasta y otra por Layo a su hijo. Constituye, pues, una reedición contemporaneizada por Gómez Jattin, amante de los clásicos griegos.
Otra característica es que Gómez Jattin escribió muchos poemas sobre/contra sus padres, y este no es la excepción, ante lo cual llegó a considerársele como un poeta edípico, pero también al incursionar en el complejo de Electra. Procuraré una lectura que abarque los libros y poemas mencionados sobre los padres, incluyendo Acerca de Œdipus.
Una poética del linaje
Como en el caso de José Ramón Mercado Romero, Meira Delmar y Jorge García Usta, la poética del linaje de Gómez Jattin la cruzan dos senderos: una externa, representando un linaje histórico, provenientes de sus padres, también de origen libanés y sirio (la madre), y una interna, de relaciones correspondidas con padre y hermanos, y, al tiempo, de contradicciones con la madre y la abuela —muy diferente a las de José Ramón Mercado—, aunque sin soslayar reclamos al padre, como Mercado.
La poética del linaje es aquella en las que se relacionan el amor filial y también la amistad, de manera que el poeta canta de familiares y amigos, tras la cual existe una experiencia histórica y social, retratando la genealogía que lo rodea. Esta poética genera una rama más del árbol de la poesía del Caribe, y tiene como objetivo plasmar comportamientos, situaciones, contextos, emociones, sentimentalidades, en fin, constituye una forma elegíaca en el que la memoria recuerda (y censura también) a los seres queridos que murieron. Conviene en representar, también, una poesía sobre la experiencia autobiográfica y ficcionalizada del autor.

La poesía de Gómez Jattin invoca, desde un principio, ya en su primer libro, Poemas (1980), la presencia de un padre y unos hermanos con buenas relaciones, sin dejar por fuera el caudal de amigos y primos que siembran una huella y herencia en esta poesía, dando cuenta con ellas no solo de una poética del linaje, sino además de lo filial, al tiempo que deja ver contradictoriamente una madre alabada y cuestionada, al igual que el padre y a la abuela, con situaciones entre la infamia y el perdón. Mostremos ejemplos sobre esto último:
Volver al pueblo
y encontrar las calles
de siempre
Los mismos viejos
Las mismas hermosas caras
de muchachos y muchachas
El mismo río dando vueltas
Pero mi corazón
está apenado y sombrío
Se murieron mis padres
y la casa de la familia
está en ruinas
como si un vendaval
de soledad y muerte
la hubiera agostado.
A este respecto, ante esos versos, se observan escenarios de oprobio y reconciliación, de lo que se deriva una poesía enfocada a esas dos figuras (madre, padre, e, inclusive, abuela, pero que acá quedará por fuera de este análisis). En estos poemas, se advierte una doble filiación: duelo y melancolía. Por un lado, los poemas al padre conllevan una propuesta que enmarca una mirada desde el duelo, mientras que la visión sobre la madre se relaciones con la melancolía. Allí quisiera aclarar sobre estos dos términos: para Sigmund Freud, de manera simple, el duelo, consiste, para aquellos a quien se les muere alguien, la aceptación de la muerte, de modo natural. Mientras, la melancolía constituye un duelo que persiste, que no logra superarse y el sentimiento del yo de esa persona se empobrece, de modo que el mundo se vuelve vacío, inicuo, insignificante, dándole un sentido enfermizo. Miremos el tono del duelo para el padre en el poema “Memoria”:
Joaquín Pablo mi viejo niño y amable
la edad nos confundió y nos separó dolidos
en mañanas de Mayo esperando la lluvia
y en las horas del brillo y las escaramuzas
de los gallos de riña entre los matorrales [...]
Eras el último hombre honrado que sobrevivía alegre
Eras aquel sentido sembrador de amorosas pasiones
En mitad de la vida se me escapó tu cuerpo
Como un frutal cargado soleado y cuidadoso
que me heredó sus mangos en lo más débil del alma (p. 44).
Desde el plano del duelo, los anteriores fragmentos de poemas y los que siguen, contienen esa clara presencia que denominó el filósofo Paul Ricœur el regreso a “la figura primitiva”, relativo a que exponer, o mejor, proponer al padre como figura, significa un proceso de simbolización conducido después de la propia muerte. Persisten allí los balances positivos, elogiosos, amorosos, del duelo, de esa “figura primitiva”, de esa “memoria primitiva”, de una memoria del duelo que podemos atribuir inicialmente al padre. Recordemos que para Freud el duelo significaría la sobreestimación, la memoria y el retorno a los primeros años de la infancia, con lo cual esta época conllevaría rebajar la muerte solo a un lamento de poco tiempo.

A propósito del duelo, leamos dos fragmentos del poema “Memoria”, donde se manifiesta el primer voquible, muerte, al ubicarnos en el terreno de la infancia, pero cuyo balance se realiza desde el presente diciente, desde lo trágico:
Más allá de la muerte y sus desolaciones
que perviven intactas como la vida misma
hay un sol habitado de palomas y árboles
que guarda tu futuro en mitad de mi infancia.
Aquí encontramos más memoria, más amor antes que incertidumbres. La memoria con que el padre es retratado, rinde un homenaje ferviente, configurando una cronología del alma, que busca retratar espacios donde se experimentan los sentimientos y se trazan círculos edénicos: la niñez ya no como sitio de desencuentro, sino de fusiones con la adultez filial.
La melancolía en la madre
Ahora miremos el homenaje a la madre, en el poema “Lola Jattin”, aparecido en Hijos del tiempo (1988), mostrado en lo referente al duelo. Allí se parte de estas contradicciones y dualidades, en las que se van a observar la triple dialéctica: amor/rechazo, vida/muerte, aceptación/censura:
Más allá de la noche que titila en la infancia
Más allá incluso de mi primer recuerdo
Está Lola —mi madre— frente a un escaparate
empolvándose el rostro y arreglándose el pelo
Tiene ya treinta años de ser hermosa y fuerte
y está enamorada de Joaquín Pablo –mi viejo–
No sabe que en su vientre me oculto para cuando necesite
su fuerte vida la fuerza de la mía
Más allá de estas lágrimas que corren en mi cara
de su dolor inmenso como una puñalada
está Lola —la muerta— aún vibrante y viva
sentada en un balcón mirando los luceros
cuando la brisa de la ciénaga le desarregla
y el pelo y ella se lo vuelve a peinar
con algo de pereza y placer concertados
Más allá de este instante que pasó y que no vuelve
estoy oculto yo en el fluir de un tiempo
que me lleva muy lejos y que ahora presiento
Más allá de este verso que me mata en secreto
está la vejez —la muerte— el tiempo incansable
cuando los dos recuerdos: el de mi madre y el mío
sean sólo un recuerdo solo: este verso.
El poema, entonces, representa la pérdida del yo para representar al otro, o mejor, a la otra. De igual manera, presenta ese objeto simbólico que contiene la pérdida, la denegación del objeto (madre) rescatado por la palabra, pero escenificando la dualidad amor/odio. Surge entonces la restitución de la relación muerte/vejez, con lo cual se revelan situaciones degradantes. Como en el poema anteriormente analizado, en los versos: “Madre yo te perdono el haberme traído al mundo / Aunque el mundo no me reconcilie contigo”, se observa también el rescate de la memoria, aunados al duelo y la melancolía.

Existe en estos últimos versos una preocupación en Gómez Jattin que había develado en otros poemas: el paso del tiempo y su relación con la muerte, y que contenían apenas una reflexión leve sobre esta situación. El Hijos del tiempo no solo se advierte la conciencia preclara de la temporalidad, sino la de la aprehensión insostenible de esta. Un ejemplo de este libro es “Micerino”, el poema que abre ese texto, que no solo se cuestiona: “¿Alcanzaré —se pregunta Micerino— a morir tiempo?”, sino que lo hace coincidir con la afirmación del poema anterior (“estoy oculto yo en el fluir de un tiempo / que me lleva muy lejos y que ahora presiento”) y después, “este verso que me mata en secreto / está la vejez– la muerte".
En “Micerino” también está vaticinando la muerte por interpuesta persona: la otredad de la muerte, del tiempo que lo derrota todo: “La pirámide está casi terminada / y su truncada cima se divisa a lo lejos / Allí reposará la momia embalsamada/ de Micerino que ahora sonríe distraído / a su hermana y esposa la faraona de los tres Egiptos”. La muerte placentera se cuela, redime y absuelve.
Sobre Acerca de Œdipus y El Libro de la locura
Pero hay dos poemarios en los que explotan esas relaciones con los padres de modo extremo, tajante y sistemático: Acerca de Œdipus (2018), libro ya mencionado, y El libro de la locura (2000), este último doce años después de la publicación de Hijos del tiempo. En ambos se encuentran poemas que descubren —más que todo, proponen— una madre revulsiva, que capitaliza sus ansias de posesión e insatisfechas en el hijo. En el primer texto, se remitifican, parodizan e ironizan las relaciones de los padres a partir del mito de Edipo, y en el segundo, se constituye en una inmersión terrible sobre una madre cruel y abiertamente cuestionada.
Si nos atenemos a los datos biográficos, Gómez Jattin ha demostrado un proceso progresivo de su locura y escribe varios poemarios al tiempo que sus estadías en clínicas, hospitales y sanatorios. Sin embargo, para el caso de Acerca de Œdipus, fue escrito alrededor de los años 1987 y 1988, cuando apenas la locura comenzaba a afectarlo. Para dar cuenta de este último libro, analicemos uno de sus poemas, y luego nos enfocaremos en otro de El libro de la locura.

En Acerca de Œdipus Gómez Jattin no solo explora su conocimiento de las literaturas clásicas, sino que, además, revela los elementos ambiguos de un hablante lírico, de una voz poética, pues ya no solo son pocos los poemas que presentan cuestionamientos a los padres, y este yo poético de Gómez Jattin, consciente de su dolor, dividido, revela la contradicción y el malestar edípico, poniendo a dialogar intratextualmente todos estos poemarios mencionados. Leamos:
Amar menos a la madre
es lo natural, aunque luchemos
contra su forma de ser inteligente
y nos sometamos a ella
Amar lo patriarcal y masculino
No aceptar tu herencia padre
A menos que sea en cultura
Tu hijo que te ama.
Bajo la tipología epistolar, Gómez Jattin, en este séptimo poema de los 30 que conforman la primera parte de este texto comentado, no solo cuenta el mentís de un yo poético contrahecho y desechado, ante lo cual contrapone un rechazo patente desde un comienzo: “Amar menos a la madre / es lo natural”, que censura su perspicacia (“su forma de ser inteligente”) y la cultura machista (“patriarcal y masculino”), pero además su estirpe (“No aceptar tu herencia padre / A menos que sea en cultura”). El poema expresa de modo sintético lo indicado hasta ahora: cultura autoritaria, poder, prolongación del padre, confrontado con una especie de antifeminismo. Al mismo tiempo, la historia natural del neurótico empieza a contarse desde ahí. Es la lucha exponencial de las contradicciones, pero en un tono leve y fuerte a la vez.
Desde el plano genético, este personaje ficcionalizado, Œdipus, enfrenta, a partir de esas cartas a sus padres Layo y Yocasta, personajes revivificados en el departamento de Sucre del siglo XX, revelando una estructura social jerarquizada, propia de esa zona sabanera premoderna y capitalista a la vez. El poema retrata actitudes, pensamientos, estructuras sociales y rechazos. Por otra parte, con la escogencia del nombre del griego Œdipus, Gómez Jattin provee una transposición y conocimiento no solo de los trágicos griegos que conocía profundamente, sino de la adopción certera de la máscara del otro elevado a una dramatización metaficcional, con muchas huellas “reales” (como el del amigo Eusebio, en el poemario y en la vida real).

No está de más indicar que estas temáticas ya habían sido presentadas desde el poemario Retratos (1980-1986), en la que, una vez más, Gómez Jattin presentaba de manera auto ficcional su enfrentamiento con los padres:
Ah desdichados padres
Cuánto desengaño trajo a su noble vejez
el hijo menor
el más inteligente
En vez de abogado respetable
marihuano conocido
En vez del esposo amante
un solterón precavido
En vez de hijos
unos menesterosos poemas
¿Qué pecado tremendo está purgando
ese honrado par de viejos? ¿Innombrable?
Lo cierto es que el padre le habló en su niñez de libertad
De que Honoré de Balzac era un hombre notable
De la Canción de la vida profunda
Sin darse cuenta de lo que estaba cometiendo.
Recurriendo una vez a su poesía como elemento autobiográfico y también autoficcional, el hablante lírico de Gómez jattin se lamenta, mediante otro desgarramiento existencial, frente a unos padres desventurados y decepcionados al mismo tiempo, pues lo que desean esos progenitores hace parte de la cultura tradicional latinoamericana: un hijo abogado o una profesión “productiva”, parte de una cultura sin temblores, sin temores, pero este se sale de esas “correcciones”, pues es un drogadicto, “solterón precavido” y cultor de “menesterosos poemas”. Existe, sin embargo, una prolongación de esos deseos patriarcales: ha estudiado Derecho, pero también, en realidad, ha recurrido, merced a las enseñanzas del progenitor, desde su niñez, a la “libertad” y a reconocer que Honoré de Balzac es alguien insigne, y exalta, además, Canción de la vida profunda, de Porfirio Barba Jacob. Hay que seguir, persistir en la vida, en la libertad, a través del arte.

Quisiera dejar allí, pero recordando que tópicos como la paternidad, autoexilio, reconciliación, culpabilidad, todas a una, podrían asumirse en la poesía de Gómez Jattin, resultado de una “autonomía”, de una aparente conciencia “frágil y amenazada”, que, mediante una dolorosa conciencia “exquisita”, funge una escritura que desarrolla una simbolización permanente, bajo una memoria trágica, donde el recuerdo puede ser cáustico, como el caso del duelo con el padre. O de un silencio lacerante y censurador, bajo la melancolía más celebratoria de/contra la madre. Y ello se presenta porque ese hablante se encuentra imbuido de horror y lo quiere infundir también.
Finalmente, se observa en esta poesía relevante la máscara, el doble y la confesión, a través el de una poética en que la maldición (del alma, del cuerpo, de la poesía), contradictoriamente, bendice, que revela un yo celebratorio bajo una mirada renovadora sobre unos padres reimaginados y escenificados con maestría. Y hay que buscar, una vez más, el libro Acerca de Œdipus.Poesía inédita de Raúl Gómez Jattin y el resto de sus textos líricos, para solazarse en un sublime dolor que celebra la vida.